DIOCESIS DE QUICHÉ CELEBRA CON JUBILO LA BEATIFICACIÓN DE SUS MÁRTIRES.
Tres sacerdotes católicos españoles y siete catequistas indígenas asesinados durante la guerra civil en Guatemala (1960-1996), entre ellos un niño de 12 años torturado por militares, fueron beatificados este viernes durante una ceremonia multitudinaria en Santa Cruz del Quiché, donde, además, recordaron el legado de monseñor Juan José Gerardi Conedera, asesinado hace 23 años.Se trata de tres sacerdotes españoles y siete laicos, entre ellos un niño, quienes fueron asesinados durante el conflicto armado interno por su trabajo de evangelización a la población.
El rito de beatificación de los llamados “Mártires de Quiché”, víctimas de la represión militar entre 1980 y 1991, fue encabezado por el nuncio apostólico en el país, Francisco Montecillo, en representación del Papa Francisco.
“Con nuestra autoridad apostólica concedemos que los venerables siervos de Dios (…) de ahora en adelante sean llamados beatos”, indicó Montecillo al dar lectura a una carta enviada por el Papa Francisco frente a cientos de feligreses.
Los nuevos beatos son los tres sacerdotes españoles José María Gran, Faustino Villanueva y Juan Alonso, misioneros del Sagrado Corazón de Jesús, y los siete laicos catequistas Rosalío Benito, Reyes Us, Domingo del Barrio, Nicolás Castro, Tomás Ramírez, Miguel Tiú y Juan Barrera Méndez, este último un niño de 12 años, asesinados en diferentes regiones de Quiché.
“Los sacerdotes guiaban a los fieles y actuaban ante el clamor del pueblo sufriente, mientras que los laicos (después de finalizar sus trabajos de agricultores) visitaban a los enfermos, anunciaban la Buena Nueva, prestaban servicio en la Iglesia”, señaló Rosolino Bianchetti, obispo de la Diócesis de Quiché, en declaraciones al portal Vatican News.
Los catequistas “ayudaban a los campesinos a recuperar las tierras que injustamente les habían robado y que les pertenecían por sus antepasados”, agregó.
Bianchetti resaltó el caso del menor Juan Barrera Méndez, conocido como “Juanito”, asesinado en 1980.
“Juanito fue torturado el día que lo capturaron en una incursión del Ejército en su comunidad y le cortaron hasta las plantas de los pies. Luego, lo pusieron a caminar a la orilla del río. Él se mantuvo firme, testimoniando con su vida, con su sangre. Fue colgado en un árbol y le dispararon”, relató el prelado. Los beatos serán conmemorados el 4 de junio de cada año.
El arzobispo metropolitano, Monseñor Gonzalo de Villa, quien participó en la ceremonia, agradeció a los a los catequistas y misioneros que han formado parte de la Diócesis de Quiché por llevar el llamado a la fidelidad a pesar de sufrir señalamientos y persecuciones; además, reconoció el legado de los mártires y de sus familias “que son testigos de la fe”.
También hizo un llamado a los católicos para que “vivan los valores del evangelio y sigan el camino que han trazado los santos mártires”.
En tanto, Mario Abzalón Alvarado Tovar, superior general de los Misioneros del Sagrado Corazón de Jesús, dijo que la mejor manera de honrar la memoria de los mártires es comprometiéndose a erradicar las causas que los llevó a derramar su sangre, y que se pueda transformar el sistema que destruye la vida en Guatemala y el mundo entero.
También incentivó a los fieles a que, “si no son cantidad, tengan calidad de vocación y puedan crear un ecosistema de vida, justicia y ´Fratelii Tutti´”, que significa hermanos todos, nombre que el papa Francisco dio a la tercera encíclica que lleva como subtítulo sobre la fraternidad y amistad social.
Durante la ceremonia, los obispos de la Conferencia Episcopal de Guatemala recordaron a monseñor Juan José Gerardi y su deseo por mejorar el país. “Los Obispos de Guatemala queremos hacerlo realidad y por ello invocamos al auxilio de los mártires”, señalaron.
Hace unos días, el Arzobispado informó que la conmemoración de la muerte de Gerardi sería diferente este año, gracias a la beatificación de los mártires de Quiché.
El 26 de abril de 1998, la Iglesia Católica se vistió de luto: monseñor Gerardi había sido asesinado en el interior de la casa parroquial de la iglesia San Sebastián, dos días después de haber presentado el Informe Guatemala Nunca Más, Recuperación de la Memoria histórica (Rehmi).
El documento denunciaba atrocidades del Ejército durante el conflicto armado interno.
Surgieron varias hipótesis sobre el hecho, como que había sido crimen pasional o político, delincuencia común, o que Balú, el perro del sacerdote Mario Orantes, lo había atacado. Orantes vivía en la casa parroquial junto con Gerardi.
Los dos primeros sospechosos fueron Orantes, ya que mandó a lavar la escena del crimen y no avisó a las autoridades sino horas después, y la empleada de casa particular, Margarita López, por encubrimiento.
Tras la investigación fueron señaladas como sospechosas 17 personas, 12 militares y cinco civiles.
Los culpables por el crimen de Gerardi tuvieron destinos diferentes.
La guerra civil guatemalteca, que duró 36 años, dejó 200 mil muertos o desaparecidos, según un informe de la ONU presentado en 1999. La mayoría de las violaciones a los derechos humanos y masacres de población civil fueron atribuidas a las fuerzas de seguridad del Estado, principalmente el Ejército.